03 noviembre 2011

¡¡La pelota no se mancha!!

El otro día, leí este artículo de Tomás Campos, un periodista deportivo de Marca. Decía lo siguiente:
 
<< Hace poco más de una semana se disputó un apasionante Barça-Sevilla en el Camp Nou que, como muy bien saben, acabó en empate a cero y confirmó el gran momento de forma de Javi Varas. El encuentro tuvo muchas lecturas interesantes, porque el entramado defensivo dispuesto por Marcelino secó en buena medida a las estrellas azulgranas, más allá de la notabilísima actuación del cancerbero nervionense.
 
Me llamó poderosamente la atención que el Sevilla sólo realizara siete faltas en todo el partido, demostrando con ello que no es necesario coser a patadas a Messi y compañía para poner en aprietos a la maquinaria culé. Fue lo que se dice una reseñable puesta en escena del técnico asturiano que hubiera merecido mucha más atención en los mentideros futbolísticos de este país.
Éstos en cambio dedicaron casi toda su atención a la jugada del penalti y la posterior expulsión de Kanouté tras un rifirrafe con Cesc. Una vez más, y como ya sucediera en la Supercopa de España, lo complementario le ganaba la partido a lo esencial, al fútbol con mayúsculas.
No sé cuántas veces pude ver por televisión ambas jugadas -el penalti y la tangana que ocasiona la roja al gigante de Mali- pero lo que sí sé es que apenas oí hablar de lo que había ocurrido los 90 minutos anteriores. Y me pareció triste, porque el esquema de Marcelino planteaba curiosas interrogantes sobre la mejor manera de defender en un escenario tan complicado como el Camp Nou.
En vez de eso, y esto es extensible a la mayoría de los partidos, los periodistas deportivos -yo entre ellos- nos dedicamos a azuzar los más bajos instintos de los aficionados repasando una y mil veces las jugadas polémicas, como si la suerte de un partido dependiera siempre de lo que dictamine el colegiado de turno mucho más que de lo que hacen los futbolistas sobre el terreno de juego.
 
Así parece que estamos todos cayendo en un estado de paranoia colectiva, porque no se puede diseccionar cada partido como si fuese un alien. De hecho, estamos desvirtuando la esencia de este deporte. Cada penalti -pitado o no-, cada tarjeta, cada fuera de juego pasa a ser lo esencial marginando los aspectos técnicos y tácticos del partido en sí.
Puede que yo esté equivocado, pero si esto sigue así, el fútbol que conocíamos está abocado a su extinción. La televisión mal entendida, ese Gran Hermano que todo lo vigila, va a acabar por matar el fútbol. Y los periodistas seremos sus cómplices >>.




 
Pues sí, el periodismo deportivo empeora por minutos. Sigamos CONTAMINANDO la pelota.